miércoles, 19 de octubre de 2011

Antonio González: "Temí por mi puesto de profesor"

El profesor coaccionado para abandonar el encierro detalla las presiones de la Administración



Antonio González es jefe del Departamento de Orientación del IES Europa de Móstoles. El 26 de septiembre inició un encierro en su instituto en protesta por los recortes en la educación pública. Ese mismo día, después de poner su cargo a disposición de la Directora del instituto, mandó una carta a todas las familias de los estudiantes en la que explicaba los estragos que causaba en el centro en el que estudian sus hijos las medidas tomadas por el Gobierno de la Comunidad de Madrid . Además informaba que, durante el encierro, el docente estaba disponible para atender a cualquier alumno o familia en el marco de sus labores como orientador. Es decir, una huelga a la japonesa. Lo hacía, sin descuidar la reivindicación laboral, ante todo, por los costes sociales que, en su opinión, incidirán especialmente en su área de trabajo, la atención al conjunto de alumnos más desfavorecidos. Finalmente, el sábado 8 de octubre (un día después del día pactado con su familia y compañeros) y después de comprobar cómo su acción tuvo repercusión en los medios de comunicación, desistió, tras conocer a través de la dirección del centro las amenazas recibidas por la Dirección del Área Territorial de la Consejería de Educación (D.A.T.) desde el jueves.


Pregunta: ¿Por qué decidió hacer un encierro indefinido y no de manera puntual como el resto de profesores?

Respuesta: Tomé esa decisión porque entendí que para que tuviera relevancia en los medios, algo enfocado en una persona daría más juego y llamaría más la atención. Y en concreto, en calidad de jefe del Departamento de Orientación, entendía que teníamos la obligación de tener una voz más específica, no tanto por el conflicto laboral y sí más por el social, para hacer un llamamiento concreto a las familias.



P: ¿Cuándo y por qué decidió abandonarlo?
R:
Cuando yo inicio el encierro, de cara a los medios y a la Administración lo planteo como un encierro indefinido, pero no iba a poder mantenerlo por tiempo infinito. En negociación con mi propia familia tenía pactado un día de finalización, el viernes 7 de octubre. Lo dejé el sábado 8 por la mañana. El jueves anterior se me comunica a través de la dirección, de parte de la Consejería, que debo acabarlo inmediatamente, porque ya había trascendido de forma notoria en los medios y a la Administración le molestaba el encierro. Yo en ese momento me negué y aguanté hasta el sábado, justamente porque tenía los medios encima, y vi que tenía que aguantar dos o tres días más, pese a la amenaza de la Administración. Conviene aclarar que el encierro estaba previsto de manera indefinida, pero no en mi persona, sino que era una idea apoyada por algún otro profesor. Yo abandonaría el encierro ese sábado y estaba previsto la continuación el lunes, con las mismas reivindicaciones. Pero en este centro ya no podía ser porque estaba siendo el foco de atención de los medios, y en este caso, de la Administración, y entendíamos que no podíamos ponerles un blanco fácil. Había que cambiar de centro y de personas. No pudo ser porque no hubo un centro que aceptara un encierro de estas características, sólo encierros puntuales de uno o dos días, porque parece que la Administración ante eso no se alarma ni presiona a nadie. Pero de las características del que yo inicié no estaban dispuestos a aceptarlo. Hicimos gestiones con las direcciones de algunos centros y no fue posible. Pese a que tenía llamadas de El País, la Agencia EFE o SER-Suroeste, interesados en la seguimiento de este encierro, se tuvo que abortar, no por falta de candidatos, sino por falta de centros.

P: ¿Cómo tuvo conocimiento de esas presiones de la Administración para que desistiera?
R:
Yo no fui interlocutor inmediato, lo que a mí me comunicaron fue a través de la dirección del centro: tendría que producirse un `desalojo inmediato o actuarían con contundencia´, lo que se podía interpretar de muchas formas. Ha corrido por internet y pude interpretar yo que era llamar a la policía o abrir un expediente disciplinario. No ocurrió ninguna de las dos cosas, porque quizás previeron que la dirección centro comunicaría que lo dejaría en breve. Entonces, no procedieron a intervenir. No ocurrió nada a partir del jueves pese a las amenazas verbales.


P: ¿Cómo se produjeron esas amenazas?
R:
Fue una llamada por teléfono del director del Área Territorial y él a su a vez aludía a las órdenes que venían de arriba. Y mientras a él no le presionaran, decía que aguantaría. Él se exculpaba diciendo que no era su voluntad intervenir en el encierro si se iba a prolongar poco tiempo.




P: ¿No concretó de la persona que venía de arriba?
R:
Yo no sé si lo concretó, la información que a mí me llega es que venía de arriba y nada más. No sé si a la directora se le comunicó. Yo creo que no, que fue una vaga alusión a la Consejería.



P: ¿Temió en algún momento en que se le apartara en su carrera de profesor?
R:
Sí lo temí. Me asesoré el día en que recibí la amenaza con el servicio jurídico de Comisiones Obreras y me dijeron que, al ser una persona sola y en un cierro indefinido de estas características, era un blanco fácil desde el punto de vista legal y que podían expedientarme o incluso procesarme por la vía penal. Yo, de todas formas, pensé que no tenía sentido, no estaba de vacaciones en el centro, y que ahora que tenía todos los medios a mi alrededor no iba a abandonar. Me planteé al menos cumplir lo que había pactado con mi familia y lo apuré hasta el día siguiente.



P: ¿Qué postura adoptaron sus compañeros de centro?
R:
El apoyo de mis compañeros desde el principio ha sido unánime. Desde que se supo el viernes las amenazas veladas que recibí el centro y yo el apoyo se tradujo en un encierro masivo esa noche. De hecho, cuando vino La Sexta, éramos un grupo importante encerrados. Siempre fue un apoyo masivo, no sólo de mis compañeros; me han llegado correos, felicitaciones de muchos profesores y sobre todo, de orientadores y de personal que trabaja con estos alumnos más necesitados.



P: ¿Recibió algún tipo de apoyo político local o autonómico?
R:
Recibí una visita de los concejales del partido de oposición de aquí de Móstoles interesándose por mi situación y ofreciéndose a colaborar en lo que yo necesitara. Lo entendí como un apoyo más personal. Estuvieron conmigo una hora.




P: ¿Esperaba esta repercusión mediática de su acción?
R: Sí lo esperaba. Quizás todo de golpe no. Fui muy por libre. No contaba con ninguna estructura sindical ni con ningún apoyo más que el de mis compañeros del centro, tenía escasos contacto con los medios. Me sorprendió que viniera todo de golpe, creo que hubiera sido genial mantenerlo más tiempo. Pero no me lamento, porque aunque igual las consecuencias para el bien del colectivo hubieran sido mayores, mi equipo directivo hubiera quedado en una muy mala posición, porque estaban presionados por la Administración. Y por otro lado, el coste familiar, que entendía que no tenía que pagarlo yo solo, si no que era una carga del colectivo, y aún más, de la sociedad, que debe tomar el relevo. O no están siendo del todo conscientes las familias de lo que le afectan esta agresión a los servicios públicos o les falta estructura para organizarse y dar unas respuestas más contundentes. No me refiero a la opinión pública en general, que la tenemos en contra, pero sí los beneficiarios de estos centros públicos, aquellos que sus hijos están siendo apoyados y reforzados, ellos sí deben tomar el relevo



P: ¿Echó en falta apoyo de algún grupo u organismo?


R:Sinceramente me sorprendió que ningún sindicato mayoritario ofreciera cobertura mediática al encierro. Tuve el apoyo de afiliados sindicales, pero dada la trascendencia que tomaba el encierro me sorprendió su silencio al respecto y el que no movilizaran a medios para darle una mayor difusión. Mi encierro se conoció más por internet y por un contacto que tuve en una de las movidas con un periodista que por la intervención de sindicatos, que´sí que conocían el encierro. No obstante, no esperaba su intervención ni lo hice contando con ello. Simplemente me sorprendió su silencio.En mi reflexión entiendo que son estructuras rígidas y que no suelen incorporar aquello que ellos no planifican previamente desde sus órganos jerárquicos.



P: ¿Cambiaría algo en el fondo o en la forma de su protesta?
R:
Creo que ha sido una protesta acertada y que no me he equivocado en absoluto. Con muy pocos recursos he tenido gran trascendencia y deberíamos trabajar más en esa línea. Hemos tenido el apoyo moral de los sindicatos, pero no han tenido esta otra postura de caso personales, de historias que llegan más a la opinión pública que manifiestos, manifestaciones y demás. No es que se oponga una cosa a la otra, pero ha faltado trabajar más en la línea que en la que yo lo he hecho.








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